De pequeño, a Ángel Corella sus compañeros de clase le pegaban y le tiraban piedras. Ahora, le quieren echar a patadas de nuestro país. Su pasión por la danza le obligó, desde el principio, a pagar un alto peaje. Pese a ser uno de los mejores bailarines de la historia, no en vano le consideran el heredero de Nureyev, Ángel ha sufrido mucho. Y lo hace sin perder su característica sonrisa. Per llegir la resta de la notícia cliqueu aquí